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Una barrera de índole conceptual. Helena Gómez-Acebo

14/02/2018 Blog

Una barrera de índole conceptual. Helena Gómez-Acebo

HELENA

HELENA GÓMEZ-ACEBO

ALUMNA MÁSTER ARKAM MADRID

Ante el reto de proponer un modelo de sanidad sostenible y eficiente, materia sobre la que, por otra parte, se han escrito infinidad de artículos y presentado multitud de propuestas desde todos los sectores y que, sin embargo, tras haber padecido una de las peores crisis económicas que nos podríamos haber imaginado, sigue sin haber sufrido ninguna reforma estructural importante, me planteo que la barrera más complicada a la que nos enfrentamos es de índole conceptual.  

Hemos perdido una oportunidad de oro, la de explicar a la ciudadanía el por qué el modelo actual no resulta sostenible, la de acometer las reformas necesarias en un contexto en el que, sin duda, habrían sido mejor entendidas. Lo primero que necesitamos es un Pacto de Estado por la Sanidad, que trabaje bajo la premisa de que todos juntos llegaremos más lejos, involucrando en la toma de decisiones a gestores, profesionales sanitarios, industria farmacéutica y de tecnología sanitaria y asociaciones de pacientes. 

La primera reforma que acometería sería establecer un sistema de financiación equitativo, de esta forma, percibiendo todas las CCAA el mismo presupuesto sanitario por habitante, podríamos comparar qué políticas son las que efectivamente resultan ser más eficientes. Permitiéndonos apartar el debate político, para valorar la evidencia con datos reales, medibles y comparables.

La segunda serían los techos de gastos que, en determinadas situaciones, impiden adoptar con la rapidez que se necesitaría la toma de ciertas decisiones que, si bien, tienen un alto impacto presupuestario en un periodo concreto de tiempo, consideradas a largo plazo, suponen un ahorro a futuro del que las nuevas generaciones no pueden prescindir, ya sea por la erradicación de ciertas enfermedades, o bien por el control que se hace de ellas y de los costes indirectos que conllevan. Habilitemos presupuestos extraordinarios que aseguren el acceso de la innovación, tanto de la disruptiva, como de la lineal; establezcamos mecanismos de pago que permitan absorber su impacto y diluirlo distribuyéndolo en varios años, demos formación al personal que tenga que readaptase a nuevas posiciones y funciones, pero hagámoslo, porque es un ahorro vital para todas las generaciones que vienen detrás. 

La tercera reforma, sería establecer un sistema que permita incentivar la eficiencia. Convivimos con una administración, no solamente la sanitaria, en la que el sistema de incentivos se ha configurado a la inversa de lo que dicta el sentido común, por lo que del ahorro y de la eficiencia no se obtiene la recompensa que cabría esperar, si lo extrapoláramos a una empresa privada o, incluso, a nuestra vida personal. En este sentido, considero que lejos de incentivar, desincentiva, pues todo aquello que ahorres fruto de una gestión eficiente, el año que viene, se recortará de tu partida presupuestaria. 

En el sistema que propongo, el ahorro obtenido por un centro durante un año, debería ser presupuestado para ese mismo centro en el ejercicio siguiente, de forma que le permita crecer como organización sanitaria, revirtiendo ese crecimiento en beneficio del paciente.

Para aquellos otros que hayan excedido su límite presupuestario, implementaría sistemas de auditoría, que permitieran conocer si se deben a un incremento asistencial real, o si esa desviación se debe a ineficiencias de gestión u organización que deban ser corregidas, estableciendo en ese caso, planes concretos de acción para solventarlas. 

La tercera reforma tiene que ver con la oferta y la demanda, como medio objetivo de valoración de la eficiencia. Por ello, establecería la libertad de elección del paciente respecto dónde quiere ser tratado, para lo que sería necesario establecer un sistema efectivo de compensación económica entre centros y entre CCAA, gestionado por un órganismo independiente, con personal altamente cualificado, integrado tanto por médicos y como por economistas, y al que se accedería por oposición, quedando por tanto desvinculadas sus decisiones de cualquier sesgo político. 

Quizás de esta forma, no necesitásemos construir más hospitales de los que actualmente tenemos, ¿realmente necesitamos otro hospital en Toledo o en Guadalajara, estando a menos de una hora de Madrid?. Estas mismas personas/pacientes no tienen ningún problema en venir a ver una exposición al Museo del Prado, por ejemplo. Saben que el Museo del Prado está en Madrid, saben que las grandes exposiciones suelen ser en él y, no he oído jamás a nadie quejarse por tener que desplazarse para ver una de ellas. Dejemos que actúe la oferta y la demanda y pongamos los medios necesarios para que funcione de forma efectiva. 

Y, para terminar, pero no menos importante, necesitamos la convicción de todos y cada uno de nosotros de que la sostenibilidad de la sanidad, también está en nuestras manos: intentemos llevar una vida saludable y usemos los servicios sanitarios con responsabilidad.

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