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Un sistema sanitario óptimo. Begoña Álvarez González

07/12/2016 Blog

Un sistema sanitario óptimo. Begoña Álvarez González

begoña ag

BEGOÑA ÁLVAREZ GONZÁLEZ

ALUMNA MBA BARCELONA

Un sistema sanitario óptimo

Para que un sistema sanitario sea óptimo, debe cubrir al total de la población y tener igualdad de trato y accesibilidad. Además, debe incluir no sólo la asistencia sino también la prevención, el tratamiento y la rehabilitación. Para ser eficiente, el sistema tiene que conseguir el máximo de prestaciones al coste óptimo. Nuestro sistema de salud tiene que hacer frente a los problemas actuales: complejidad creciente del sistema, gestión ineficiente, deficiencias en el esquema y en algunos casos abuso; prestando especial atención a la sostenibilidad a corto y largo plazo al afrontar presiones financieras acentuadas por la crisis económica y por el envejecimiento de la población.

El modelo actual en España es un modelo mixto, la financiación procede de los presupuestos generales del estado con participación del sector privado. El gasto total del sistema sanitario español, entendiendo éste como el total de recursos asistenciales públicos y privados, está financiado en un 71% por el sector público, cubriendo el 29% restante el sector privado. Por tanto se debe llegar a un equilibrio de precios en el que se garantice la sostenibilidad del gasto público y los beneficios de las empresas privadas, que repercutirán en inversión en investigación, nuevas terapias y medicamentos, y contribuirán a la creación de empleo y riqueza para el país.

El sistema público es universal, igualitario y gratuito. El Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud se encarga de la coordinación, cooperación, comunicación e información de los distintos Servicios de Salud Autonómicos entre sí y con la Administración del Estado. Este órgano debe tener un papel mayor para mejorar la coordinación, promover la cohesión del Sistema Nacional de Salud y evitar todo tipo de obstáculos y duplicidades ocasionados por la descentralización del sistema.

El modelo sanitario público español está reconocido como uno de los mejores del mundo, por lo que deberíamos construir sobre esta base, incluyendo mejoras para garantizar su sostenibilidad. Aproximadamente el 90% del gasto sanitario se invierte en atención primaria, servicios hospitalarios y especializados y gasto farmacéutico. Este gasto debe ser redistribuido, incrementando las medidas salud pública para promover la prevención de enfermedades así como planes de mejora de la detección y el tratamiento precoz de enfermedades. La medicina paliativa siempre es más costosa que la preventiva, y la mayor parte del gasto se destina a servicios de asistencia curativa y de rehabilitación, servicios de atención de larga duración y productos farmacéuticos. Un mayor gasto en vacunas tanto infantiles como para adultos contribuirán a disminuir la inversión en el tratamiento posterior de enfermedades. Según un reciente estudio publicado en Health Affairs, el gasto que suponen para la sanidad y sociedad estadounidense las enfermedades (vacunables) de individuos adultos no vacunados es el 80% del gasto total, incluyendo las pérdidas de productividad para las empresas. Aunque el sistema sanitario español es muy diferente, esto es un indicativo de lo importante que es la inversión en vacunas (Enfermedad Invasiva Neumocócica, HPV, Enfermedad por Meningococo C, Hepatitis B, etc.) y prevención y de cómo esto revertirá en un ahorro a largo plazo. Además, la inversión en campañas de promoción de hábitos de vida saludables y la concienciación ciudadana para promover el consumo racional de medicamentos y evitar el abuso del sistema de salud público, supondrá un ahorro en el gasto. El beneficio proveniente de estas medidas repercutirá tanto en una reducción de gasto sanitario como en una reinversión hacia las compañías privadas para el desarrollo e implementación de medicamentos y terapias más complejas que en la actualidad no se contemplan por la falta de rentabilidad o presupuesto.

Asimismo, es necesario un plan de salud con objetivos definidos y mayor participación de los pacientes y profesionales de la salud. La transparencia en la gestión es decisiva para la mejora de las prestaciones y el uso de los recursos económicos de manera eficiente. El gasto público en los últimos años ha disminuido debido a la actual crisis económica, manteniéndose estable desde 2014, mientras que el gasto del sector privado está aumentando en torno al 3% anual. Una sanidad pública sostenible debe mantener un crecimiento en inversión a un ritmo semejante.

Es además necesario aumentar la información de los pacientes y acelerar el acceso a los servicios. Una infraestructura sólida y la informatización del sistema son claves para esto; un sistema de historia clínica digital centralizado con base de datos común evitará visitas médicas redundantes. La implantación de la receta electrónica online para casos de enfermos crónicos y la concertación de citas online agilizará el sistema. Servicios de asistencia telefónica o vía internet las 24 horas para información medica, podría evitar la asistencia a urgencias en casos innecesarios. La disminución de listas de espera se conseguirá con un mayor número de profesionales sanitarios con excelente formación, lo cual también disminuirá errores médicos.

La sostenibilidad del gasto farmacéutico financiado se garantizará con el aumento de medicamentos genéricos y biosimilares. El impulso a estos medicamentos y una regulación centralizada a nivel de Europa eliminando barreras de competencia ilícita para su aprobación disminuirá el gasto en estos medicamentos, especialmente para enfermedades que suponen un alto coste farmacéutico. Esta medida compensará el gasto que suponen las terapias innovadoras, la cobertura de un mayor espectro de patologías y medicamentos y el acceso de un mayor número pacientes.

Un sistema sanitario sostenible, eficiente y equilibrado necesita la participación armónica de los sectores público y privado. Esto garantiza el acceso a la sanidad de todos los ciudadanos con una inversión razonable, priorizando el gasto en prevención que, con menores inversiones, devengan en mayores beneficios de salud. Este sistema impulsará, además, la participación del capital privado garantizando beneficios económicos estables en el tiempo, induciendo al desarrollo de terapias y medicamentos complejos que no serían abordados sin una rentabilidad adecuada.

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