TESTIMONIO ALUMNO: Ignacio Herrero Tapia
Siempre he pensado que la vida son decisiones. No puede ser de otra forma. Después de todo, ¿dónde está lo que nunca ha estado, la decisión no tomada, el tiempo que no se ha vivido? Cuando era pequeño leí en un libro las palabras de un sabio que no he olvidado desde entonces: «No son nuestras habilidades las que muestran cómo somos, sino nuestras elecciones» y una de las elecciones más importantes, que todos tenemos que tomar, es decidir en qué vamos a dedicar nuestras habilidades y nuestro tiempo. En otras palabras, ¿en qué voy a trabajar?
En mi caso personal, siempre he sabido que mi campo era la ciencia y tenía claro que en el sector de la salud sería feliz. Por eso, y tras sopesar cuáles eran mis opciones, decidí apostar por la Industria Farmacéutica. La Industria es un sector sólido y necesario. Todos hemos estado enfermos y lo sabemos. Los medicamentos alivian el dolor y el sufrimiento, salvan vidas y convierten enfermedades que antes eran mortales en crónicas. El bien que hace es inmenso y, para mí, es un orgullo ser un eslabón ─aunque sea el más pequeño─ de esta cadena de curación y bienestar que tanto alivio trae al mundo. Y más que nunca en estos días.
La manera en que accedí a este sector fue a través de un máster especializado en Empresas Farmacéuticas y Biotecnológicas en EPHOS, European School of PharmaStudies. Al comienzo, iba con la idea de especializarme en la parte más clínica y trabajar en el departamento médico de cualquier compañía farmacéutica. Dada mi formación científica, había estudiado Biología y había estado opositando al BIR, el razonamiento tenía sentido. Sin embargo, en la escuela ─EPHOS es una escuela de negocios especializada en el sector─ me recomendaron, por perfil, cursar un máster enfocado en negocio y así lo hice. Fue un año intenso, a veces duro, pero muy satisfactorio. Comenzó el curso académico y, a la vez, empecé a trabajar con una beca en Lilly. Creo que ha sido uno de los años en que más he aprendido de toda mi vida. Supongo que lo pienso porque todo era novedoso para mí: marketing, acceso al mercado, finanzas… un mundo fresco y nuevo se abría ante nuestros ojos y nos resultaba emocionante y retador. Los comienzos son siempre así de coloridos.
El día a día transcurría trabajando y por las tardes cursábamos el máster. Las clases te daban esa teoría que no conocías y las prácticas el manejo que necesitabas para desenvolverte con soltura o, al menos, para conocer de primera mano el trabajo de una compañía farmacéutica. Fueron doce meses de experiencias nuevas, emociones fuertes, grandes descubrimientos y en los que conocí a personas maravillosas. El conocimiento y la experiencia son valiosos, sin duda, pero las personas que te llevas para siempre no tienen precio. Tuve la gran suerte de cursar la beca en el departamento que quería, con un equipo increíble y, por si fuera poco, ¡la oportunidad de continuar en Lilly, una vez terminó la beca!
Decíamos al principio que las decisiones eran importantes. ¿Cómo puedes saber si es la decisión correcta si nunca la tomas? Es necesario pasar a la acción. En teoría, todo es práctica. A nadar se aprende sin miedo, saltando a la piscina y nadando; a trabajar, trabajando y a decidir, decidiendo. No sé qué pensarán mis compañeros, pero yo, si vuelvo la vista atrás, solo puedo mirar arriba y dar las gracias.