Los pilares del líder
Es muy frecuente ver como los líderes de las empresas, los Comités Ejecutivos y los directivos de Recursos Humanos, se complican un poco la vida estableciendo una larga lista de valores corporativos que pretenden ser la cultura de la organización. Cuando se quiere redefinir y ajustar la cultura empresarial se hacen innumerables sesiones trabajo, entrevistas, encuestas a los empleados, se llama a consultores externos, se revisan piezas de la cultura de otras empresas y un sinfín de actividades para concluir que los valores corporativos de una determinada compañía son, por ejemplo: innovación, trabajo en equipo, calidad, servicio al cliente, RSC, excelencia, personas, resultados, compromiso, integridad,………y así una lista de ocho o diez valores como mínimo.
Luego se hacen reclasificaciones dentro de los valores seleccionados y se habla de conductas de liderazgo corporativo, con otra lista de otros ocho o diez conceptos: inclusión, puertas abiertas, comunicación, desarrollo, colaboración, delegación, gestión del cambio,……
Total, que aunque la intención es muy buena, la gente de a pie se termina haciendo un poco de lío y se pierde entre tanta maraña de nomenclatura de valores, conductas de liderazgo y otros calificativos. No digamos nada si, además, se introducen otros conceptos adyacentes como principios operativos que compiten a veces en complejidad con los mencionados valores y conductas de liderazgo. En fin, una auténtica selva embrollada de conceptos que despistan a cualquiera.
La exposición a tantos conceptos se hace incómoda y la gente tiene tendencia natural a desconectar un poco de eso que se llama la cultura de la empresa. Demasiada complejidad para un asunto tan importante y nuclear.
Siendo Consejero Delegado caí también en ese error de saturar a nuestra gente hablándoles siempre de un montón de valores, otras tantas conductas de liderazgo y unos cuantos principios operativos. La verdad es que los empleados a veces se aburrían o se perdían, o todo a la vez.
Hablando tanto con ejecutivos como con la gente normal de la compañía, me convencí, me convencieron, que había que simplificar aquello y centrarnos en unos pocos valores para no saturar ni confundir a nuestra gente.
Desde entonces soy partidario de focalizar a las organizaciones solo en un puñado de sólidos valores. Cuando se resaltan y se viven con intensidad cuatro o cinco valores clave, la gente responde mucho mejor y la energía no se diluye, ni se divaga tanto. Claro, que hay que elegir muy bien en qué valores nos centramos y no dar en absoluto la impresión de que ignoramos por completo el resto de los valores corporativos.
Creo que una compañía tiene una cultura sólida y eficaz cuando cualquier empleado puede decirla en una frase. Y cuando ese mismo empleado puede mencionar sin vacilación los cuatro o cinco valores esenciales de esa cultura.
Cuando alguien se dispone a hacer un largo viaje puede olvidar echar en la mochila cualquier cosa salvo algunas, sin las cuales no va a ninguna parte: pasaporte, billetes de avión y dinero.
En el mundo de la empresa hay ciertos valores que hay que meter siempre en la bolsa de viaje. Yo tengo preferencia por una lista corta y sencilla de ellos, a la que llamo el oro molido:
- Resultados.
- Integridad.
- Innovación.
- Respeto por la Gente.
- Cuidar el Talento.
Este oro molido son para mí los elementos menos prescindibles en cualquier cultura, es una mezcla equilibrada de valores hard como son los resultados, y los valores soft como innovación, integridad, respeto y talento.
Sin resultados, es que simplemente desapareces del mapa, sin darte cuenta, en menos que canta un gallo; sin innovación, te conviertes en obsolescencia pura y dura; sin respeto, te quedas solo y nadie te sigue aunque aparenten hacerlo; sin integridad, tienes los pies de barro y los días contados; y sin el talento adecuado estás hueco y definitivamente perdido.
En otras palabras, y para ir al grano: sin este equipaje cultural no vamos a ninguna parte en el mundo de las empresas. Y con él vamos al fin del mundo.
Son en definitiva piezas culturales clave que no pueden faltar en una organización de éxito continuado y sostenible. Hay otros valores que por supuesto les complementan, pero pocos más son tan necesarios para garantizar larga vida a cualquier proyecto empresarial.
Viviendo día a día estos valores y poniéndoles en práctica en toda la organización se hace la diferencia. Y qué diferencia! Cuando el líder se echa a la espalda ese puñado de valores y predica con el ejemplo en todo momento, como la lluvia fina, empiezan a calar profundamente en los profesionales de la empresa. Y entonces, se produce el pequeño milagro de vivir de verdad esos valores con el efecto extraordinariamente positivo que tiene en la gente y por supuesto en los resultados financieros de la empresa.
Me considero fiel seguidor de este quinteto de valores, y estoy convencido por propia experiencia de que nunca defraudan. Son los ingredientes necesarios para asegurar una cultura empresarial de éxito. Para mí son los verdaderos cinco grandes.