Ley de transparencia: un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad
España ha dado el paso. Se ha aprobado y puesto en marcha la ley de transparencia por medio de la cual la industria deberá informar sobre todas las transferencias de valor realizadas a profesionales sanitarios. Se ha aprobado no sin generar polémica:
¿Por qué si?
Los defensores del sí aducen que no tienen nada que ocultar, que publicar estas cifras saca a la industria de la cómoda posición del “decir” para pasar a la posición del “hacer”; no sólo decimos que creemos y cumplimos con las buenas prácticas, sino que publicamos nuestras inversiones en recursos humanos para que se sepa en que gastamos el dinero.
Pagarle a un key opinion leader por dar una conferencia, o participar de un advisory board no es nada que deba ser ocultado. Así como las empresas de consumo masivo pagan a las estrellas de TV por publicitar su marca, la industria farmacéutica paga a las estrellas del ámbito médico para informar a la comunidad sobre nuevos productos y lanzamientos, o bien para consultar su opinión sobre las bondades de sus productos, entre otras cosas. ¿Qué hay de malo en eso?
Además pone a la industria en el lugar de pionera. ¿Qué sentido tiene cerrarse en un mundo que va hacia el camino de la apertura? ¿Por qué escatimar la información, cuando hoy en día la información fluye inevitablemente? Si la información es poder, cuanta más información compartamos mayor confianza podremos generar. No se trata de acaparar poder (power) sino de salir fortalecidos (empower) de esta iniciativa.
¿Por qué no?
Principalmente por la resistencia que podemos generar en los médicos. El argumento más popular ha sido: “¿a ti te gustaría que alguien hiciera pública tu nómina?”; “¿Por qué mi colega debe enterarse de lo que me paga la industria?” “¿y si se enteran que gano más por mis actividades fuera de la práctica clínica, que por la práctica clínica misma?… ¿Qué van a pensar de mi?”
En otras palabras, el principal limitante para la aprobación de esta iniciativa era el tan clásico miedo al qué dirán. Es por lo menos curioso cómo funciona nuestra cabeza: está bien visto ser reconocido, condecorado y admirado, siempre y cuando en medicina esto no signifique ganar mucho dinero, y mucho menos si proviene de la industria. Los médicos no son businessmen, y su interés es la medicina, no el dinero. ¿Es así?
Personalmente creo que es así, pero que 1) el sistema es perverso y la paga a médicos por su práctica clínica no compensa el esfuerzo y los años de estudio invertidos (lo cual podría ser tema de otro artículo) y 2) debemos aprender a reconciliar de manera ética y bien estudiada a la medicina como una fuente de ingresos, no digo como un negocio, sino como una fuente de ingresos válida y aceptada.
En tanto no lo aceptemos de este modo, la ley no servirá de mucho. No por nada existe el dicho “hecha la ley, hecha la trampa”: si la paga a médicos pasa a ser paga a fundaciones no estamos colaborando en generar un cambio de mentalidad, y de nada servirá todo esto.
Creo que España ha dado un gran paso, ahora solo resta transformarse en un ejemplo a seguir.
