La salud es cosa de todos. La inteligencia artificial, también.
La salud es cosa de todos. La inteligencia artificial, también.
Con la inteligencia artificial podríamos aplicar la famosa frase “Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad”, que pronunció Neil Armstrong cuando pisó la Luna. Porque, aunque nos parezca que la inteligencia artificial nos ha impactado estos dos últimos años con la llegada de Chat GPT, lo cierto es que ha ido, paso a paso, participando en nuestras vidas sin nosotros saberlo. Desde 1951, cuando Christopher Strachey desarrolló el primer programa de IA; pasando por 1956, año en el que John McCarthy organizó la Conferencia de Dartmouth, donde acuñó el término "inteligencia artificial", que marcó el pistoletazo de salida de la era moderna de la IA, o cuando Deep Blue, de IBM, en 1997 fue capaz de derrotar al campeón mundial de ajedrez Garry Kaspárov.
Como podemos ver, la inteligencia artificial, en la que creo firmemente, va a cambiar la forma de entender el mundo, de cómo nos relacionamos, cómo trabajamos y, por supuesto, cómo entendemos la atención sanitaria, el cuidado de la salud y la detección precoz de enfermedades, llevando la investigación al siguiente nivel en el proceso evolutivo. La IA se ha utilizado para analizar grandes conjuntos de datos e identificar patrones que serían difíciles de detectar para los humanos. Esto ha dado lugar a avances en campos como la genómica y el descubrimiento de fármacos, permitiendo en ámbitos sanitarios desarrollar herramientas de diagnóstico y planes de tratamiento personalizados.
Acercándonos aún más a nuestro entorno, solo un ejemplo de la velocidad de crucero que ha cogido la inteligencia artificial en el entorno de la salud, la Comunidad de Madrid está aplicando la inteligencia artificial en un proyecto piloto que ayudará al profesional sanitario en el diagnóstico e identificación temprana de enfermedades raras, lo que ayudará a los profesionales sanitarios a reducir los tiempos a la hora de identificar cierto tipo de patologías, basándose en el análisis de síntomas y datos que permitan derivar el paciente al especialista.
Para terminar, no quiero dejar de lado la participación que tenemos las agencias de comunicación en salud y el uso que hacemos de la inteligencia artificial generativa para ayudar a ofrecer, al profesional sanitario y a los laboratorios farmacéuticos, mejores y más rápidas herramientas que faciliten la práctica diaria del médico.
Saber qué nos deparará el futuro es difícil de saber. La inteligencia artificial tiene el potencial de revolucionar la práctica clínica, pero debemos abordar desafíos para aprovechar todo su potencial, como la falta de datos médicos de calidad, que pueden generar resultados inexactos y la privacidad de los datos. Debemos asegurar cada paso que demos, porque, al igual que otras grandes revoluciones, la inteligencia artificial ha llegado para quedarse.
Como afirmó Víctor Hugo: "No hay nada como un sueño para crear el futuro". Seamos soñadores y apostemos por que la inteligencia artificial haga del mundo de la salud un mundo mejor.